Hace algún tiempo, en una reunión
de amigos, alguien hizo un comentario al respecto de una noticia referente a un
episodio de hambruna en un país africano. Episodios, dicho sea de paso, que a
día de hoy siguen repitiéndose pero que han dejado de ocupar una posición
relevante en el interés de nuestros medios. Este comentario, bastante
desafortunado a varios años vista, venía a decir que en lugar de hacer
políticas contra el hambre se deberían hacer políticas contra las ganas de
comer.
Esta gracieta, basada en
establecer una escala temporal entre uno y otro hecho, me ha dado que pensar
sobre el uso del lenguaje y su encaje en el marco mental de cada uno. Otro
ejemplo, ¿se han dado cuenta de que para las administraciones el INEM es la
oficina de empleo y para la ciudadanía es la oficina del paro? Ahí lo dejo,
pero da que pensar sobre lo que cada uno espera cuando va a una de sus
oficinas.
Todo esto, que daría para mucho
más que para un artículo y que lo dejo para posibles temas de tesis en
psicología, me lleva a plantear una duda. ¿No sería más importante que el
ministerio de Sanidad, que parece trabajar para que nos curemos cuando estemos
enfermos, dedicara un mayor esfuerzo a articular medidas para que no
enfermáramos? Sin desatender, lógicamente, la urgencia de paliar el sufrimiento
que la enfermedad provoca y sin olvidar, a la vez, la enorme cantidad de dinero
que las enfermedades y su tratamiento mueven cada año.
Es cierto que la prevención ocupa
cada vez más espacio en cualquier ámbito, ya sea laboral sanitario, de medio
ambiente….pero si queremos prevenir es lógico pensar que debemos estudiar
cuáles son las causas de esas posibles amenazas que tratamos de prevenir.

Y en lo que a salud se refiere,
que es el tema estrella actualmente por motivos obvios, no podemos quedarnos en
“la cascarilla”. Debemos ser conscientes de una vez, como parece que ahora sí
nos indican todos los estudios, de que nuestra salud no es una situación
aislada que dependa solamente de aquello que hacemos, sino que es un cúmulo de
circunstancias relacionadas con todo nuestro entorno. Cuando actuamos de alguna
manera afectando la salud del medio ambiente, la calidad y contaminación de los
suelos agrícolas, de las aguas, la alimentación de los animales que luego nos
comemos, la calidad del aire, ….cuando hacemos todo eso estamos atacando
directamente nuestra salud y provocando que la amenaza de una enfermedad se
haga cada vez más real.
Se habla a menudo de que una
buena salud empieza por comer sano. Pero, ¿sabemos realmente lo que es comer
sano? Porque estoy seguro de que muchas personas piensan que comer sano es
comer fruta y verdura, olvidando la importancia del proceso de cultivo y del
tratamiento que esa comida reciba.
En las actuales circunstancias,
azotados como estamos por una pandemia provocada por un episodio de zoonosis,
que es solo una pista de otros muchos que pueden venir en un futuro no
demasiado alejado, en la que además sabemos que la pérdida de biodiversidad y
el destrozo de muchos hábitats del planeta afecta profundamente a la
posibilidad de repetir estos episodios, da la sensación de que no se está
haciendo nada.
Sí, es cierto que se han
desarrollado vacunas en tiempo récord, que nos han vuelto a demostrar cuales
son las prioridades del sistema capitalista anteponiendo el beneficio
empresarial a la salud de las personas, y es cierto que cada semana se reúnen
comités de expertos para valorar la situación y acometer nuevas restricciones
de movilidad y reunión. Pero no es menos cierto que no se ven titulares que
apunten a cuales son las medidas que se están llevando a cabo para prevenir que
más adelante no se vuelva a producir otro episodio de pandemia provocado por
las mismas actuaciones que han provocado éste. ¿Desde Sanidad, o mejor Salud, no
se debería afrontar esa prevención de manera conjunta con otros ministerios
como Medio Ambiente, Agricultura, Energía, Economía…? Da la sensación de que la
estrategia adoptada es vacunar cuanto se pueda, intentar evitar que la gente se
contagie apelando, en una nueva muestra de incoherencia, a que se queden en
casa mientras que se mantienen abiertos colegios y centros de trabajo, y dejar
pasar el tiempo, hasta ver si esto pasa.
Pues sí, esto pasará, llevándose
por delante a miles de personas. Pero, aun siendo una consecuencia de una
gravedad brutal, no es esto lo más importante que debemos tener en cuenta, sino
que si no hacemos lo necesario, esta situación se volverá a repetir en un plazo
no muy lejano y con unas consecuencias aún más graves.
En la salud, en la nuestra y en
la de los animales, plantas y ecosistemas, que no son “saludes” diferentes sino
que son la misma, intervienen muchos factores y o hacemos una planificación
coordinada de lo que debemos hacer para cambiar las condiciones de esos
ecosistemas a los que las personas también pertenecemos o acabaremos enfermando
de la misma enfermedad que ya lo están otros componentes del planeta, de
explotación y extenuación. Algo para lo que aún parece que no tenemos medicina.
O redaños para tomarla.
Es lamentable, y no estoy
dispuesto a aceptarlo, que cada año, en cada episodio epidémico, seamos capaces
de asumir una cantidad de pérdidas humanas a cambio de no tomar las medidas
necesarias. Porque la vida no forma parte de una estadística.
Artículo publicado en https://andaluciainformacion.es/andalucia-mas-que-verde/949854/una-salud/
el 8 de febrero de 2021