Ir al contenido principal

28F

¡Ay, las fechas señaladas. Cómo nos gustan las conmemoraciones! Aparte de procurarnos un día festivo, que siempre viene bien, nos hacen sentirnos parte de un colectivo.

El 28 de Febrero, Día de Andalucía, celebramos el día en el que la gente de Andalucía, allá por el 1980, votó para conseguir un Estatuto de autonomía que nos equiparara a otras comunidades autónomas. Bueno, al menos en la teoría.

Es cierto que desde entonces han cambiado mucho las cosas y hemos avanzado en autogobierno y en un
estado descentralizado que, aún dejando mucho que desear por la forma en que se ha desarrollado, ha supuesto muchos avances en la forma de gestionar lo público. Los fallos y pegas que tiene, como todo, no pueden usarse para pedir que se desmantele el sistema sino, al contrario, para exigir su profundización y perfeccionamiento.

No es mi intención entrar a valorar si debemos avanzar hacia un modelo federal o si la organización administrativa del estado necesita darle una pensada mucho más amplia que desemboque en un debate a nivel nacional, porque eso daría no ya para un artículo sino para un libro entero, y no acabaríamos. Ni siquiera alimentaré el debate de si esta conmemoración debería trasladarse al 4 de diciembre, aniversario de la manifestación ciudadana que, en 1977, dejó clara la voluntad del pueblo andaluz y provocó la llegada de la tan ansiada autonomía, como reclaman muchos colectivos andaluces.

Lo que me gustaría señalar aquí es la contradicción tan grande que existe muchas veces entre la identificación que hacemos de nuestro sentir identitario con nuestros hechos cotidianos respecto a ese sentimiento.

Parece que hemos aceptado que ser, y sentirse, andaluz o andaluza consiste en ondear la bandera verde y blanca a los cuatro vientos y reclamar, especialmente en días señalados como éste, una mayor inversión de la administración central. Esto, si me permiten la broma, si es de signo contrario a tu partido de preferencia. Si no, no. Este abanderamiento, consiéntanme la palabra, se puede hacer más o menos cada día del año, pero es en fechas concretas como ésta cuando se hace más patente.

Ahora bien, en qué se traduce esto. Quiero decir, qué hacemos para que nuestro andalucismo se traduzca en un cuidado especial de nuestra tierra y nuestra gente. Qué hacemos y qué exigimos a otros que hagan para cuidar Andalucía.

Es verdad que la hipocresía de muchas personas que se dedican a la política ya no deja de sorprendernos y hemos aceptado ya como normal que un día hagan o digan una cosa y al siguiente la contraria. Pero esto quizá no sea sino un reflejo de la falta de coherencia que muchas veces podemos apreciar en la forma de actuar de la ciudadanía, donde, lógicamente, también me meto.

Quizá la primera obligación que deberíamos imponernos sería la de conocer Andalucía, en la más amplia acepción de esta expresión. Cultura, historia, paisaje, economía, medio ambiente, tradiciones…son tantos los aspectos posibles que no puedes decir que no te interesa.

El conocimiento nos lleva a entender y comprender muchas cosas que, a simple vista y desde fuera, nos parecen extrañas. Además nos lleva a apreciar lo que se tiene y a valorarlo dentro de su contexto.

Una vez avanzados en este aspecto de conocimiento, que nunca se llega a completar, ya se lo digo yo y ahí radica buena parte de su atractivo, llega la segunda obligación que nos autoimponemos: la defensa de toda esa riqueza y ese patrimonio cultural y étnico, además de económico y social, que tenemos. Esa defensa no incluye ninguna medida de agresión, ¡ojo!, que valorar, comprender y defender lo propio no tiene porqué suponer el ataque a lo de los demás. Al contrario, creo que nos ayuda a querer ampliar el horizonte y pasar a esa otra gran faceta que es el estudio comparado y complementario.

La defensa de lo andaluz pasa por cosas mucho más simples que irse a Nueva York a decir que eres de aquí, con lo que solo conseguirás que te identifiquen con la sevillana del whatsapp. Se trata de hacer cosas sencillas pero que repercutan en lo más cercano.

Por ejemplo, prueba a comprar en las tiendas de tu barrio, pueblo o ciudad. Al menos dales una oportunidad antes de abrir la aplicación de Amazon. Y ten en cuenta que el pequeño comercio si está a 400 kilómetros, tampoco es una buena opción. Defiende y ayuda al pequeño comercio de barrio, pero de tu barrio.

Otro, intenta comprar alimentos y productos de cercanía, de productores locales. Esto creará riqueza en tu entorno más cercano. Y ya si combinas éste con el anterior, estarás dando un paso enorme en la defensa de tu patria más cercana.

Si quieres te pongo otro ejemplo. Desconfía de quienes se llaman continuamente “andalucistas” y lo convierten en su ideario. Un andalucista defiende y cuida su tierra y a su gente porque sabe lo mucho que eso aporta al bien común, a la riqueza y el desarrollo de todo nuestro mundo. Las patrias son círculos concéntricos que se apoyan y complementan, y que, empezando en nuestro barrio, ciudad, provincia, región, país, continente y planeta, no nos impide sentirnos de todos y cada uno de ellos.

Ejemplos de esto último, hay muchos. Gente que alardea de ser andaluz y llevar a Andalucía allá donde va, pero que vive fuera y que se lleva su dinero e inversiones a otro lugar. También quien se gana el favor de sus vecinos basándose en lo andalucista que es y luego maniobra en proyectos que destruyen nuestro entorno y el de nuestros hijos solo para satisfacer intereses de lo más materiales.

En definitiva, llegando el Día de Andalucía, piensa en lo que significa ser andaluz o andaluza y aplícate a cuidar de Andalucía y de su gente y piensa en qué tendrías que hacer para que esta tierra maravillosa lo sea también para las generaciones futuras. Luego, exígele lo mismo a los demás. Igual así, esta fecha señalada habrá servido de algo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Intervención como invitado al acto sobre Democracia y Participación Ciudadana, organizado por el Frente Cívico Somos Mayoría de Jaén

Decir a estas alturas que estamos viviendo una crisis sistémica, (económica, social, ambiental) es algo que no sorprende a nadie. Si queremos salir de esta crisis de una manera firme y no que nos saquen para convertirnos en carne de cañón como está pasando, nosotros estamos convencidos de que hay que hacerlo afrontando todas las vertientes que la componen, y uno de los resultados de esta crisis y que hay que afrontar con urgencia es la desconfianza y el desapego de los ciudadanos hacia la política y los políticos. Pero, no nos engañemos, la política es más importante que nunca. No confundamos la política con el uso que de ella hacen muchos políticos y tampoco olvidemos que hay muchísimos políticos que cada día hacen un trabajo extraordinario luchando por los intereses de los ciudadanos, y que no tienen nada que ver con lo que hacen los chorizos responsables de los Bárcenas, ERES, y demás. Si pensamos que vivimos en una democracia que permite que haya 6 millones de parados, que p

El futuro es ahora

 ¡Ah, el futuro! Pensamos cómo será y cómo vivirán nuestros hijos. La tecnología, el trabajo, el ocio, el deporte, las relaciones sociales, el medio ambiente….sabemos que todo será diferente porque el mundo se ha acelerado hasta límites que solo podíamos sospechar. Y concluimos que habrá que luchar, para que nuestros hijos vivan bien y no dominados por máquinas o con trabajos semiesclavizados o penosos. Pero equivocamos la lucha porque pensamos en un marco temporal erróneo. Nos planteamos siempre cómo queremos o cómo va a ser el futuro, pero el futuro es ya. Los cambios que darán lugar a la sociedad que vivirán nuestros hijos, son los cambios que se están produciendo ahora. Y la pregunta está clara. ¿Qué estamos haciendo para dirigir esos cambios? ¿Qué medidas tomamos ante cambios que se producen ahora y que aparentemente no nos dejan capacidad de reacción? ¿Qué grado de responsabilidad estamos dispuestos a asumir sobre la sociedad que vamos a dejar, el planeta que vamos a legar?

SUMAR

  "... el que tenga miedo a la libertad, a la creatividad, al debate y a las propuestas, a la ciencia, a afianzar los derechos y las libertades y hacerlo por igual, a permitir que España progrese de una vez y se ponga a la cabeza de un mundo que no va por donde ellos creen, a la alegría y a la esperanza, todos esos, que voten lo que crean conveniente. Los demás votaremos para conseguir una sociedad mejor y más justa para todo el mundo. Hasta para aquellos que van a hacer todo lo posible para que no lo consigamos." Con motivo de las elecciones generales del 23 de julio de 2023, publico este artículo en Libreopinantes sobre lo que significa votar para seguir avanzando. Incluso para aquellos que no ven el avance conjunto de toda la sociedad ningún beneficio, como si pudieran vivir aislados del entorno. Artículo completo en https://libreopinante.es/david-palomino-ramirez/sumar